jueves, 2 de junio de 2011

EN RIESGO LA SUSTENTABILIDAD ALIMENTARIA


Una tercera parte de la comida producida en el mundo termina cada año en la basura
En América Latina y el Caribe 52.5  millones de personas pasan hambre y cerca de 9 millones de niños padecen desnutrición crónica, mientras que, de acuerdo a este estudio,  un tercio de los alimentos que se producen cada año en el mundo para el consumo humano, aproximadamente 1 300 millones de toneladas, se pierden o desperdician y no llegan a ser consumidos.

El informe “Global food losses and food  waste” fue presentado en el Congreso Internacional Save Food, celebrado en Alemania el pasado 16 y 17 de mayo. En este estudio se destaca que los países industrializados y las naciones en desarrollo dilapidan más o menos la misma cantidad de alimentos: 670 y 630 millones de toneladas respectivamente.

Ya que el 80 % de la población mundial vive en países en desarrollo, este y otros resultados que arroja el estudio nos permiten evidenciar las desigualdades  entre países que aún con significativas diferencias  en sus  patrones de producción y consumo  inciden de manera semejante en el impacto global.

Entre otras cosas, el informe revela que mientras la producción anual per  cápita de alimentos para el consumo humano en Europa y Norteamérica es de unos 900 Kg, en África Subsahariana, Asia meridional y Sudeste asiático, ésta solo alcanza los 460 kg  por año.

También se establece en el informe, la diferencia entre pérdida y desperdicio  de los alimentos. Las pérdidas suelen darse durante la producción, recolección, post-cosecha o procesado, así, mientras que en Europa y Norteamérica éstas van de 280 a 300 Kg/per cápita anuales, en África subsahariana, Asia Meridional y Sudeste asiático son del orden de 120-170 Kg al año, per cápita; proporcionalmente con su producción, las pérdidas son más elevadas en los países en desarrollo debido a la precariedad de la infraestructura, el bajo nivel tecnológico y la escasa inversión.

Es importante notar que las pérdidas de alimentos que se dan durante la recolección y el almacenaje significan también pérdida de ingresos para los campesinos o pequeños productores, y precios más elevados para los consumidores
pobres.
Por otro lado, el desperdicio de alimentos es un problema mayor en los países industrializados y está generalmente asociado al comportamiento de minoristas y   consumidores que descartan a la basura alimentos que son aún perfectamente comestibles. El desperdicio per cápita entre los consumidores de Europa y Norteamérica es de 95 a 115 kilogramos anuales, mientras que en África subsahariana,  Asia Meridional y el Sudeste asiático se tiran solamente entre 6 y 11 kilogramos por persona. Los contrastes son tan evidentes cuando  los consumidores en los países ricos desperdician casi la misma cantidad de alimentos (222 millones de toneladas) que la totalidad de la producción alimentaria neta de África subsahariana (que alcanza los 230 millones de toneladas).
Los resultados de este estudio podemos traducirlos también en un elevado impacto ecológico que contribuye al cambio climático dada la explotación de recursos naturales, emisiones contaminantes por el uso de combustibles, fertilizantes y
otros químicos, así como por los desechos generados en la industria agropecuaria y en los tiraderos de basura;  los costos implicados elevan los precios de los alimentos que  en medio de una crisis económica mundial donde hay disminución de los ingresos y aumento del desempleo, todo  se confabula en favor de un menor acceso a los alimentos para los más pobres.

En un mundo con recursos naturales limitados  y creciente población, es prioritario reducir las pérdidas de alimentos para proteger la seguridad alimentaria, sin olvidar que  la creciente producción de biocombustibles también contribuye a la escasez de alimentos, al consumir más de 100 millones de toneladas anuales de cereales, mientras  muere un niño por desnutrición cada cinco segundos. La FAO estima que el hambre alcanzará a más de 1.000 millones de personas
este año.

Una encuesta recientemente aplicada en Europa, revela que más del 20% del gasto alimentario está asociado a alimentos
que luego se tiran y, de esta proporción, más del 50% es evitable cada año. Aunque un 30% aproximado de la comida empaquetada se tira sin haber sido abierta, el mayor desperdicio se produce en frutas y verduras frescas (alrededor del 50% del total). Las causas más comunes del desperdicio de comida son, según los datos de la encuesta, la mala planificación y el almacenaje incorrecto.

La sustentabilidad alimentaria significa el acceso material y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para
todos los individuos, incluye la productividad como también actividades de acceso a los alimentos lo cual  involucra
factores tanto del orden social como de orden político y económico.

México, siendo la octava economía mundial es sin embargo, importador neto principalmente de granos. Según datos oficiales, en nuestro país no hay problema de seguridad alimentaria, sino un desequilibrio en el reparto de la riqueza ya que existen zonas donde el acceso a los alimentos está más restringido para los pobres. En este contexto, es alta nuestra expectativa, ahora que el pasado mes de abril la Cámara de Diputados elevó a rango constitucional el derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, para toda persona  así como la obligación del Estado para garantizarlo, de acuerdo a la modificación realizada a los artículos 4 y 27 de la Constitución.



 Fuente: M. Magdalena Sánchez Glez.

"Programa Desarrollo Integral Sustentable"




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